
Han pasado ya más de 20 años desde la publicación del primer libro de Daniel Goleman “Emotional Intelligence” y, pese al enorme impacto de su obra y el esfuerzo por difundirla que vienen realizando desde entonces tanto él mismo como muchos otros colaboradores e investigadores de las teorías y conceptos qué el divulgó, como Howard Gardner (investigador y creador entre otros conceptos de las inteligencias múltiples) y la propia Harvard Business School, con la que ambos colaboran, seguimos observando cómo en muchas empresas y organizaciones, Goleman no está… ni se le espera.
Nos sigue resultando curioso constatar en nuestro día a día con nuestros clientes y en las conversaciones de los gestores y directivos de todos los niveles en las empresas, cómo nos aferramos a nuestra parte más racional y de conocimientos técnicos, nuestras habilidades “duras” como garantía de nuestro éxito y de la forma correcta de realizar nuestras funciones en la organización.
Seguimos pues dando la espalda de una forma obstinada a las conclusiones y certezas presentadas hace ya tantos años por Goleman y su equipo, tras realizar un profundo y detallado estudio con profesionales de todas las áreas de más de 200 empresas y organizaciones de todo el mundo. Estos estudios se han seguido desarrollando y actualizando desde los años 90 y sería difícil cuantificar en estos momentos los miles de profesionales y organizaciones que se han monitorizado; ¡ay, cuánto daño nos hizo el gran Descartes!
Sin ánimo de convertirnos en unos defensores de los datos e información técnica, la gran mayoría de los estudios que se manejan en nuestro ámbito indican que, por citar un sencillo ejemplo, más del 90% de las contrataciones se realizan en base al cociente intelectual, la formación y la experiencia profesional, cuando sin embargo, la gran mayoría de los despidos se justifican por la “actitud” o la falta de encaje de los profesionales con la cultura corporativa de la organización.
Miles de horas de esfuerzo (y de €) invertidos en políticas de gestión de personal, selección y atracción del talento, de formación y desarrollo (Masters, certificaciones, otros estudios), promociones, fidelización de los mejores y también por supuesto de nuestros clientes o si se prefiere, de nuestros “stakeholders”, se siguen realizando en las organizaciones sin tener en cuenta los impactantes resultados reflejados por Goleman en sus estudios.
Os puedo asegurar que en DeCV&Partners valoramos y comprendemos la necesidad de contar con una formación y experiencia técnica y específica para que todos los profesionales realicemos con éxito y estemos satisfechos de nuestra aportación a las empresas y que además, estamos totalmente convencidos que la diferencia en el impacto de las personas en las organizaciones y el negocio y sobre todo cuando hablamos de resultados excepcionales o por encima de la media, solo puede entenderse por el nivel de inteligencia emocional de las mismas y las competencias con las que cuentan y han desarrollado.
Es más, ahora que estamos hablando tanto de “transformación digital”, nos vemos sorprendidos por su rápida irrupción y nos mostramos tan preocupados por su impacto y las consecuencias del mismo en nuestras organizaciones, nosotros afirmamos que la tecnología, su inmediatez y velocidad de implantación, va a dar todavía más importancia como factor crítico y diferenciador al nivel de inteligencia emocional de nuestra empresa (una ventaja competitiva realmente sostenible porque depende de las personas) y hasta qué punto ésta, es realmente valorada, potenciada y cuidada por nuestra cultura corporativa.
¿A qué esperamos por tanto para invitar al Sr. Goleman a nuestra próxima cena de empresa y dedicarle nuestra atención, al menos durante los postres?
Manuel Márquez
Manuel Márquez es director de consultoría en DeCV&Partners, empresa con sede madrileña y con amplia experiencia en la Gestión de Personas, en Dirección de Organizaciones, y en Consultoría de RRHH.
